Campeonato Sudamericano Chile 1955
La quinta ocasión en que nuestro país albergó un Campeonato Sudamericano tuvo como gran novedad el retorno a estas justas de Argentina, ausente hace 8 años por la sangría en que se encontraba su torneo producto del éxodo masivo de jugadores a Colombia. Para ello, alineó ofensivamente a la delantera completa de Independiente: Michelli, Cecconatto, Bonelli, Grillo y Cruz. Y el poderío albiceleste se vería en jaque precisamente por los nacionales, donde asomaba en el arco Misael Escuti, como el relevo natural de Sergio Livingstone, por entonces con 35 años. Además, la presencia de los hermanos Robledo, y la enorme calidad de Cua Cuá Hormazábal, auguraban un torneo de excelencia, complementado con la presencia de Uruguay, campeón del mundo cinco años antes.
El desarrollo del torneo mantiene algunas lógicas: el debut ante Ecuador anota un expresivo 7-1, con lo cual comenzaba a construirse el ataque más efectivo del torneo. En la segunda fecha, y con arbitraje de Mr. Dykes, de Inglaterra (una constante de esos años), se derrotaba por 5-4 a Perú, mientras Uruguay (con Máspoli, Tejera, Miguez, entre otros) debutaba con un 3-1 ante Paraguay. Así, el torneo decantaba hacia el favoritismo de los locales, junto a Argentina y los uruguayos; sin embargo, será Perú quien cierre el podio finalmente. Las ilusiones nacionales aumentan con el 5-0 frente a los guaraníes: 19 goles en 4 partidos es una carta de presentación más que clara para optar al título continental. Así, y mientras Argentina avanza cómodamente, consagrando a Rodolfo Michelli como gran figura de su combinado; la opinión pública consagra a nuestra selección: “Chile ya ganó”. La tarde del 30 de marzo de 1955, ante 52.600 personas, aproximadamente, se juega como plato de fondo la final del campeonato (en el preliminar, Perú asegura el bronce al vencer a Uruguay 2-1). Y la constante de tantas veces se hace presente: dominio intrascendente, que hace ver permeable al bloquie defensivo argentino (comandado por Dellacha). Meléndez y Robledo no aparecen como los fenomenales de fechas anteriores. Por el contrario, el control de las acciones recae en Ángel Labruna, exquisito conductor albiceleste. Hasta que llega el minuto 60’… Pase profundo de Balay a Angelito, que remata casi encima de Escuti. Rechazo del arquero y aparición de Michelli.
Gol.
Y afuera, tragedia. La ansiedad por ingresar al estadio provoca una avalancha humana que cobra la vida de 6 personas, dejando a 13 gravemente heridas. El subcampeonato sudamericano pasa a segundo plano. Se llora a las víctimas de las desmedidas “ansias de lucro” de la Asociación. Los 700 carabineros apostados no fueron capaces de frenar a la multitud ávida por un título. Finalmente, queda el consuelo de consagrar a Enrique Hormazábal como el mejor jugador del Campeonato, y de comenzar a germinar, quizás sin proponérselo, el plan que llevaría a la extraordinaria campaña del Mundial de 1962.
@puertomontt25
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