La edición de 1941 correspondió a un Campeonato Sudamericano Extraordinario, celebrado en honor del cuarto centenario de la fundación de Santiago. Y para estar a la altura de tan magno acontecimiento, se presentó al continente el Estadio Nacional, impactante escenario inaugurado a fines de 1938, y que se transformaría en un referente para eventos deportivos, políticos y musicales. Cinco equipos se hicieron presentes: Argentina, Uruguay, Perú, Ecuador y los dueños de casa; que presentaban a Máximo Garay como DT. Además, el evento ofrecería una selección de jugadores emblemáticos que darían un espectacular realce al torneo. A saber: “Lolo” Fernández, de Perú; Schubbert Gambetta y Obdulio Varela, de Uruguay; Sergio Livingstone y Raul Toro, de Chile; y la constelación argentina: Adolfo Pedernera, Enrique García, Antonio Sastre, Juan Marvezzi (goleador del certamen con 5 tantos), y el inolvidable José Manuel “Charro” Moreno.
En lo organizacional, nuevamente el torneo transita por la incertidumbre de generar los 2 millones de pesos que cuesta la realización. Incluso una anecdótica colecta en una cena de la Asociación Central y la Federación de Fútbol, alcanza a reunir 65 mil pesos que se ponen a disposición de la organización. Por su parte, la concentración de los seleccionados se vuelve tediosa y se debe recurrir a estrategias poco convencionales (incluso paseos al litoral) para lograr mantener el ánimo intacto en los jugadores.
El torneo comenzó el 2 de febrero de 1941; y ante cerca de 40 mil personas, el Estadio Nacional sirve de escenario para la primera goleada: 5-0 sobre Ecuador (Sorrel -2-, Toro, Arancibia y Contreras). La actuación entusiasma, y motiva un lleno siete días después, para dar cuenta de Perú por 1-0. La explicación de tan macizas actuaciones se resume en 3 nombres: Livingstone, Roa y Vidal, quienes se convierten en soportes de una ilusión que alcanza incluso, para creer en un triple empate en el primer lugar, si se le gana a Argentina en el cierre del torneo, puesto que Uruguay vence a Chile en la tercera fecha (2-0) y los mismos charrúas caen ante los trasandinos por 1-0. Así, el 4 de marzo de 1941 y ante 70 mil personas (misma cantidad de público que llega al partido ante Uruguay) se juega el mejor partido del campeonato, en el cual el Sapo se consagra a nivel continental (“Livingstone: eminente… el mejor guardapalos del campeonato” rezan unos títulos; “Roa: un monumento; Vidal: a la altura de su compañero…” se lee en otros).
Finalmente; el torneo se cierra con el triunfo argentino; invicto en 4 juegos, aunque ya no con tanta holgura: sólo 10 goles en 4 encuentros. Chile cerrará el podio, tras los uruguayos; que celebran la organización del campeonato; engrandecida por la majestuosidad del recinto ñuñoíno. En el tema de las platas, también hubo sonrisas; se logró una utilidad de 400 mil pesos que permitieron a la Federación de Football adquirir una casa.
Se abría así una de las décadas más difíciles en la organización de los Sudamericanos, que aunque verían la aparición de nuevos referentes, y el récord de 7 países participando (1942) sentirían a Europa desangrada por la guerra, primero; y angustiada por la reconstrucción, después. Chile demostraría estar a la altura de los países del Atlántico, en cuanto a ser un dignísimo anfitrión, y se repetiría el gusto rápidamente, en 1945, donde Sergio Livingstone encontraría a su escudero ideal: Desiderio Medina.
@puertomontt25
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