Argentina
El
tranco de Argentina rumbo a México 1970 comenzó muy mal. Derrotas en La Paz y
Lima, ante Bolivia y Perú, respectivamente, ponían cuesta arriba la
clasificación albiceleste. Más teniendo en cuenta el poderío del equipo peruano
adiestrado por el brasileño Didí. Los triunfos locales entre Perú y Bolivia
apretaban el grupo, con lo que la victoria argentina ante Bolivia abría las
esperanzas de la calificación. Al último partido en La Bombonera llegaron así:
Perú, 4 puntos y +3 de diferencia, ante Argentina con 2 puntos y -2 de
diferencia. Así, la Argentina de Pedernera necesitaba ganar por 3 goles de diferencia. A pesar
de contar con estrellas como Cejas, Perfumo, Marzolini, Brindisi o Pachamé, ese
día nada pudieron hacer con el toque de los peruanos, encabezados por Cubillas,
Challe y Chumpitaz, y que contó con la inspirada jornada de Oswaldo Ramírez. Un
empate a 2 tantos poco decoroso para la ilusión albiceleste en una de la que
es, sin lugar a dudas, una de sus mayores decepciones en la historia de su
fútbol. Después de esa experiencia, nunca más volvieron a fallar.
Holanda
Holanda,
en 1985, era un puente entre la vieja generación de éxitos y una nueva que
marcaría una época en el fútbol europeo. Por ello, la clasificación a México
1986 era una obligación, ostentando nombres como Van Breukelen, Rijkaard,
Gullit, Van der Kerkhof y Van Basten. Más aun, cuando tuvieron dos claras posibilidades. En primera instancia, no pudieron hacerse del primer lugar en el
grupo conformado con Hungría, Austria y Chipre. Puntos perdidos en Rotterdam le
dieron el pase a los húngaros, que no eran ni la copia de la selección que
deslumbró décadas anteriores. A pesar de ello, los holandeses ganaron el
último partido en Budapest y optaron por jugar una repesca ante sus vecinos de
Bélgica. Una Bélgica que sin dudas puede ser considerada la mejor de todos los
tiempos: Pfaff, Gerets, Van der Elst, Vercauteren, Grun y Ceulemans, entre
otros. En la ida, jugada en Bruselas, el equipo de Beenhakker cayó por la mínima
ante los belgas, dejando la serie abierta para la vuelta en Rotterdam. Allí,
Houtman emparejó la serie al minuto 60 y De Wit ampliaba la serie a un 2-1 que
clasificaba a los holandeses. Sin embargo, a poco del final Grun enmudeció el
estadio, y dado el carácter de gol de visitante, le dio la clasificación a los
belgas. Estos solo serían parados por la magia maradoniana, mientras que los
holandeses deberían esperar su revancha para la Eurocopa de 1988.
Dieciséis
años después, el dolor fue mayor, siendo quizás la última gran decepción
eliminatoria. Con muchos jugadores entre los mejores equipos de Europa (Van der
Sar, Melchiot, Stam, van Bommel, Cocu, Kluivert, Zenden, Hasselbaink, Overmars,
van Bronckhorst y Van Nistelrooy), el conjunto dirigido por Louis van Gaal
debió toparse ante dos grandes selecciones: Portugal de Luis Figo e Irlanda de
los Keane. Con el transcurso del grupo, los puntos cedidos como local ante los
irlandeses y portugueses fueron vitales, dado que sus rivales no vacilaban
antes los rivales menores (Estonia, Chipre y Andorra). Así, el 01 de Septiembre
de 2001, el solitario gol del irlandés Jason McAteer dejaba fuera a los
holandeses del mundial asiático. Las goleadas ante Estonia y Andorra solo
sirvieron para maquillar una de sus grandes decepciones en cuanto a
eliminatorias mundialistas.
Francia
Los
galos venían de una buena presentación en Suecia 1958 y eran favoritos para
clasificar a Chile 1962. Compartían el grupo con Bulgaria y Finlandia, dos
selecciones menores en el concierto europeo. Es más, los franceses ganaron sus
primeros 3 partidos con facilidad y esperaban la definición del grupo ante los
búlgaros que habían vencido a los finlandeses en los dos partidos. Un empate le
bastaba a Francia para clasificar y lo conseguía hasta el último minuto en Sofia, cuando
Iliev puso el único tanto en el marcador y le otorgaba la victoria a los
búlgaros. Empate en puntaje y sin importar la diferencia de gol (que favorecía
claramente a los franceses), partido de definición en Milán. Allí, solo Yakimov
pudo convertir, con lo cual Bulgaria obtenía los pasajes y Francia se quedaba
masticando la derrota. El mundial estuvo a un minuto.
La
clasificación rumbo a Italia 1990 fue otro fracaso grande. Con Battiston,
Papin, Blanc, Cantona, Deschamps y Amoros, más la dirección técnica de Michel
Platini, los galos se preparaban para enfrentar a Yugoslavia, Escocia, Chipre y
Noruega. La cosa se ponía negra cuando en el segundo partido igualaban en
Nicosia y luego no pudieron ganar en 3 partidos, todos ante rivales directos.
Los balcánicos y británicos se escapaban, y ya Francia dependía de otros
resultados. Venció claramente a Escocia, pero el empate posterior de estos ante
Noruega sepultó las aspiraciones francesas. Pero no sería la peor.
Es
quizás la eliminación más dramática de la que exista recuerdo. Como resumen, a
Francia le restaban dos partidos como local y necesitaba un triunfo (o un
empate ante Bulgaria). Cuento corto, en los dos partidos estuvo arriba en el
marcador hasta los últimos minutos y terminó perdiendo ambos. Ante Israel
vencía 2-1 con goles de Sauzee y Ginola, hasta que al 84’ y al 90’ Berkovic y
Atar, respectivamente, les dieron el triunfo a los israelíes, que a esa altura
no tenían ninguna posibilidad de clasificación. Pero quedaba una última chance,
el duelo ante los búlgaros en París, donde solo les bastaba un empate. Más aun,
ganaban prontamente con gol de Cantona. El equipo de Lama, Desailly, Blanc,
Petit, Deschamps, Papin, Ginola y Cantona –adiestrados por Houilliier- estaba a
menos de una hora de sellar su clasificación. Sin embargo, el empate de Kostadinov
instauró la incertidumbre en París, hasta que al último minuto, en un fugaz
contragolpe, el propio jugador del Porto metía un zapatazo al ángulo que es
reconocido como el puñal más grande recibido por Francia en su historia. Como
consuelo, cuatro años después se tomarían la mejor de las revanchas.
Luis Armandoski
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